martes, 2 de enero de 2018

Par de zapatos

Este 2017 que termina y este 2018 que inicia nos deja con una serie de reflexiones sobre lo que hemos hecho y hemos dejado de hacer durante este año que ya termina, y algo muy importante, que a veces dejamos a un lado por el ritmo de vida que nos consume, es dar gracias a Dios por todas las oportunidades que nos ofrece. 

Durante la última misa de este año, el día 31 de Diciembre 2017, a las 8:30 aproximadamente, en la Parroquia de Santa María Estrella del Mar, en Playas de Tijuana, justo después de las lecturas, en el momento de la predicación y reflexión, el sacerdote en turno (del cual desconozco su nombre) narró esta historia que acontinuación voy a escribir, aclarando que la descripción no será textual, ya que se trata de una narración oral que escuché hace dos días, escribiré esta historia con mis palabras respetando lo más posible la idea que el sacerdote quiso comunicarnos:

Un hombre humilde, al que llamaré Juan, tal vez pobre, tal vez no tan pobre, con una vida modesta y con ciertas carencias, siempre buscaba darle lo mejor a su pequeña familia, una esposa y una hija, a la que llamaré Diana; las amaba con todo su corazón y entregaba cada segundo de su trabajo para ellas, para que, a pesar de ser humildes, no les faltara cosa alguna.

Se acercaba la navidad y aquel hombre ya sabía lo que su hija necesitaba como regalo, un par de zapatos, pues los que ella usaba ya estaban muy gastados, y había un par de zapatos muy hermosos que su hija quería tener desde hace ya un buen tiempo atrás, sólo que había un problema, eran muy caros y no le alcanzaba su dinero para comprarlos.

A pesar del esfuerzo de Juan, de ahorrar cada centavo que podía, incluso de mal pasar el tiempo, aguantar un poco el hambre y ahorrar en lugar de comprar algo para comer, el dinero no le alcanzó más que para un par de zapatos casi iguales, del mismo estilo, del mismo color, pero no de la misma marca de aquellos que su hija anhelaba. Aún así los compró para dárselos en Navidad. 

Por fin la Navidad llegó; desde luego, Diana no era muy consciente del sacrificio que hizo su padre para comprar aquellos zapatos, y al momento de abrir su regalo, de inmediato notó que esos zapatos no eran los que esperaba, eran casi idénticos, pero no los originales. 

-¿Qué sucede Diana? ¿No te gustaron tus zapatos?- Preguntaba Juan, y la niña le respondió -Sí, son bonitos, pero creo que no me quedan bien, mejor se los regalaré a otra niña que le puedan servir-

Obviamente Diana ni se los probó, simplemente no le gustaron al no ser originales. Juan destrozado por dentro, pero con el gran amor que tenía por su hija, le contestó: -Muy bien, esos zapatos son tuyos y tú decides qué hacer con ellos, si los quieres regalar, mañana mismo iremos a la plaza a ver a quién le pueden servir-.

Al día siguient así lo hicieron, caminaron por la plaza donde se juntaba mucha gente, y justo en una banca estaba otra niña (que llamaré Rosa) de la misma edad de Diana, vestida con una falda larga y por debajo de esta no se alcanzaba a notar que tuviera zapatos puestos. Diana señaló a su padre para acercarse a aquella niña y preguntarle si traía zapatos, a lo que Rosa respondió que no traía zapatos puestos.

-Toma- dijo Diana -te regalo los míos, es que no me quedan y creo que te servirán-

-No puedo aceptarlos- respondió Rosa -a mi no me sirven-

En ese momento, Rosa levantó su falda para mostrar a Juan y a Diana que efectivamente no traía zapatos, pues ella no tenía pies, así había nacido, sin pies. Y de todos modos, con una gran sonrisa simplemente les respondió.

-Muchas gracias por ser tan amables, pero creo que esos zapatos les servirán a alguien más, de todos modos agradezco a Dios por haberte conocido y ver lo buena que eres con los demás-.

De regreso a casa, Diana no dijo una sola palabra, sólo pensaba y pensaba en aquella niña que conoció. Y al llegar a casa, se puso el par de zapatos que su padre le había regalado y con un fuerte abrazo le dijo: -Gracias papi, por este hermoso par de zapatos-.

Esta historia es una forma de reflejar lo que Dios hace por nosotros, en este caso Dios es representado por Juan, el papá de la niña, y ella nos representa a nosotros como su pueblo, como sus hijos, y el par de zapatos representa toda las oportunidades que Dios nos pone y que a veces no agradecemos, sino que las dejamos ir y otros las toman, y nos quejamos con Dios por no darnos oportunidades cuando en realidad somos nosotros quienes ls desperdiciamos, cada día es una oportunidad nueva, es un nuevo par de zapatos que nuestro Padre nos pone para andar y cumplir con nuestras tareas. Así que terminaré este texto con las siguientes preguntas.

Al levantarte cada día ¿Te pones ese nuevo par de zapatos que nuestro Padre te ha dado? ¿Cuántas veces se te ha olvidado ponerte ese par de zapatos?

Dios los bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario